Antes de entrar en el mundo interbancario y examinar los procesos de negociación, vamos a echar un segundo vistazo a algunos de los principios económicos subyacentes de la historia moderna del comercio mundial y de los flujos de capital, en parte cubierto en el capítulo anterior, y ver por qué estos hechos siguen siendo importantes hoy en día.
Como hemos visto en el capítulo anterior, los representantes de 44 naciones diferentes que se reunieron en la conferencia de Bretton Woods en 1944 estaban decididos a improvisar un sistema que impidiera que se produjeran más depresiones y garantizara un mercado justo y ordenado para las transacciones comerciales transfronterizas. La mayoría de los países convinieron en que la inestabilidad económica internacional fue una de las principales causas de la Segunda Guerra Mundial, y que un nuevo sistema era necesario para facilitar el proceso de reconstrucción.
En ese momento EEUU no estaba dispuesto a pagar con sus excedentes la deuda de los países arruinados por la guerra. Y estos, a su vez, no querían depender para siempre en la economía de EEUU. Como resultado, se alcanzó un acuerdo a medio camino: la conferencia produjo un nuevo sistema de tipos de cambio que parcialmente era un sistema de intercambio de oro y también un sistema de reservas de divisas, con el dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial de facto.
Mientras que a comienzos de los años 70 muchos economistas apoyaban la idea de que la paridad oro – dólar estadounidense no era el mejor régimen para una creciente economía internacional, un sistema de tipo de cambio de flotación libre no era visto como favorable pues podría terminar en devaluaciones competitivas, destruyendo el comercio transfronterizo y, en última instancia, conduciendo a una depresión global. El Acuerdo Smithsonian fue un intento de restablecer un sistema de tipo de cambio fijo, pero sin el respaldo del oro.
El valor del dólar podía fluctuar en un rango de 2.25%, a diferencia del rango anterior del 1% en el caso de Bretton Woods. Sin embargo, este acuerdo también fracasó finalmente. Bajo fuertes ataques especulativos, el precio de la onza de oro se disparó hasta los 215 dólares, el déficit comercial de EEUU siguió aumentando y el dólar, por lo tanto, podría ser devaluado más allá de la banda del 2.25% fijado en el acuerdo. Debido a esto, los mercados de divisas se vieron obligados a cerrar en Febrero de 1972.
Los mercados de divisas reabrieron sus puertas en Marzo de 1973, cuando el Acuerdo Smithsonian ya era historia. El valor del dólar estaría determinado por las fuerzas del mercado, y no estaría limitado a una banda de fluctuación ni estaría vinculado a cualquier otro activo. Esto permitió al dólar y a otras divisas que se ajustaran a la realidad económica mundial y allanaron el camino para un período de inflación nunca antes visto en los tiempos modernos.
El entendimiento político que sustentó Bretton Woods es importante en este caso, ya que Estados Unidos creó el núcleo del nuevo sistema, aceptando convertirse en el principal socio comercial. Esto tiene obviamente enormes implicaciones en el ámbito monetario. Aunque esto no parece tener consecuencias directas en nuestra operativa diaria, es un aspecto clave para entender los flujos del mercado y muchas de las decisiones monetarias adoptadas por las naciones a través de sus autoridades monetarias.
Si bien nada de lo que se ha visto en el capítulo anterior es incorrecto, tan sólo es una parte de la historia. Para Vd. como trader e inversor, hay una dimensión política del sistema actual que debe tener en cuenta, ya que puede condicionar su carrera en algún momento. Si Vd. aprende a identificar las fuerzas subyacentes que mueven los flujos de capital, será capaz de desarrollar estrategias de negociación que se ajusten a la imagen global.
En palabras de Van K. Tharp, autor de Trade Your Way To Financial Freedom:
Actualmente recomiendo a todos mis clientes desarrollen un plan de negocio en el que apliquen sus propios escenarios a largo plazo en la operativa. En ese plan Vd. debe preguntarse a sí mismo: ¿cuál cree Vd. que será el panorama en los próximos 5 a 20 años? La respuesta a esa pregunta le ayudará a centrarse en los mercados en los que va a operar y el tipo de trading que posiblemente desee hacer.
Cuando estaba desarrollando mi visión del escenario a largo plazo, de repente me di cuenta de que lo que estoy sugiriendo es que cada uno diseñe algún tipo de escenario mental como la base para su trading. Vd. puede centrarse en la visión amplia del mercado como acabo de hacer y detectar mercados en los que deseamos concentrarnos con algunas expectativas acerca del tipo de resultados que podemos obtener. O, como alternativa, se puede profundizar en el panorama a largo plazo de manera regular y convertirlo cada vez más en un escenario mental del trader-inversor.
Fuente: Trade Your Way To Financial Freedom de Van K. Tharp, McGraw-Hill, 2006
Sin un mecanismo explícito como el intercambio de oro, las similitudes entre el sistema original de Bretton Woods y su más reciente homólogo resultan interesantes e instructivas. No sólo el sistema depende aún de la voluntad de los participantes para apoyarlo activamente, sino que también el sistema actual se caracteriza por la relación económica y política que EE.UU. tiene con las economías emergentes.
Durante un tiempo, el sistema original de Bretton Woods parecía favorecer a todas las naciones involucradas. Teniendo en cuenta la desesperación y la miseria de los países europeos y Japón, arruinados por la guerra, dichos países estaban dispuestos a aceptar casi todo lo que se les ofrecía con la esperanza de su proceso de reconstrucción. Ellos eran totalmente dependientes de la voluntad de EEUU de mantener el compromiso. Por otro lado, en vista de la fuerza económica, imparable y sin precedentes, de EEUU, los paquetes de ayuda económica fueron el camino más obvio.
Estos países emergentes reconstruyeron sus economías apoyándose en sus crecientes exportaciones. Estados Unidos permitía a Europa un acceso casi libre de aranceles a sus mercados. La venta de productos europeos en EEUU ayudaría a Europa a desarrollarse económicamente y, a cambio, Estados Unidos recibiría deferencia en asuntos políticos y militares: recordemos que por aquel entonces nació la OTAN.
En EEUU la creciente afluencia incrementó la demanda de una variedad cada vez mayor de productos procedentes del extranjero. Como era de esperar las importaciones de EEUU crecieron al igual que su déficit comercial. Un déficit comercial aumenta cuando el valor de las importaciones supera al de las exportaciones, lo contrario de un superávit comercial. Según los libros de teoría económica, las fuerzas del mercado de la oferta y la demanda actúan corrigiendo de forma natural los déficits y superávits comerciales. Cabría esperar que el valor de una divisa se aprecie cuando la demanda de productos denominados en esa divisa aumenta.
Lo que pasó sin embargo con los acuerdos de Bretton Woods fue que el sistema de tipos de cambio obligaba a los bancos centrales extranjeros a intervenir con el fin de evitar que sus divisas rebasaran los niveles establecidos en el acuerdo de Bretton Woods.
Ello lo hicieron a través de compras de dólares en el mercado y ventas de otras divisas como la libra esterlina, el marco alemán y el yen japonés.
Este procedimiento dio lugar a precios de exportación más bajos para estos países de lo que las fuerzas del mercado podrían predecir, haciéndolos aún más atractivos para los consumidores de EEUU, perpetuando así una dependencia mutua en el sistema.
Mientras que en el acuerdo original de Bretton Woods la mayor limitación era la disponibilidad de oro, ahora el déficit se ha convertido y sigue siendo un tema en la agenda de las autoridades monetarias de EEUU.
Una vez que el sistema monetario debatido en la conferencia de Bretton Woods se había configurado de acuerdo con el plan de EEUU, la posibilidad de tener un medio de pago para cubrir las necesidades de las transacciones internacionales y de creación de reservas para hacer frente al déficit potencial, es decir, tener la liquidez internacional necesaria, fue conseguida a través de las reservas de oro y los dólares estadounidenses de aquellos países con cierto poder sobre el Fondo Monetario Internacional.
A medida que muchas economías crecieron, más dólares eran necesarios para ser utilizados en el comercio internacional. El dilema fundamental era: por un lado, EEUU tuvo que imprimir más dólares y soportar un déficit en su balanza de pagos con el fin de satisfacer esa demanda creciente de liquidez; por el contrario, un déficit continuo llevaría al dólar a una pérdida de credibilidad como moneda de reserva.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos fue el único país capaz de proporcionar todo el material necesario para la reconstrucción. Los países europeos no tenían dólares suficientes y, dado que sus reservas eran bajas, tuvieron que convertirse en deudores de Estados Unidos, lo que significa que su balanza de pagos tendría un superávit. No había otra solución más que “rogar” a Estados Unidos que tuvieran déficit en su balanza de pagos, algo que también interesaba a EEUU.
La perpetuación del déficit de EEUU año tras año inevitablemente entrañaba también riesgos sustanciales para la convertibilidad del oro, el cual era la columna vertebral del sistema. Pero la única manera de proporcionar liquidez a nivel internacional, dada la limitada flexibilidad en la extracción de nuevo oro, fue el déficit de la balanza de pagos norteamericana o, dicho de otra forma, que otros países deliberadamente acumularan un superávit en su balanza de pagos mediante la acumulación de dólares.
A esta contradicción entre la necesidad de dólares (de ahí la necesidad de déficits en EEUU), y la confianza en la convertibilidad del dólar al oro (en base a las reservas del metal precioso en EEUU), hay que añadir otro aspecto del sistema. Este aspecto discrimina a los diferentes países en relación a EEUU creando una asimetría en sus procesos de toma de decisiones económicas: si un país tenía un déficit en su balanza de pagos y se esperaba que la situación continuara, ese país estaba bajo la obligación de aplicar políticas deflacionarias internas. En última instancia, debido a la falta de reservas suficientes, el país tendría que adoptar medidas contractivas para devaluar su moneda. Sin embargo EEUU, siendo el creador de la moneda sobre la que se basaba el sistema, no se vio obligado a realizar este tipo de acciones.
Gran parte de las disposiciones del sistema de Bretton Woods siguen siendo relevantes en el mercado global actual. Algunos observadores lo llaman el “Bretton Woods II”, haciendo referencia al sistema de las relaciones entre divisas en el que algunas de ellas, en particular el renminbi (yuan) chino se mantiene vinculado al dólar. El argumento es que un sistema de divisas vinculadas es a la vez estable y deseable, aunque esta noción causa polémica y abre la siguiente pregunta: ¿cuánto tiempo durará un sistema de tipos de cambio fuertemente intervenidos como el de muchas economías emergentes?
La respuesta depende de las expectativas de los acreedores de EEUU, principalmente de las economías asiáticas. Las similitudes entre el sistema original y Bretton Woods II son evidentes: el déficit de EEUU, la relajación de la política monetaria en EEUU, las paridades fijas con respecto al dólar, y la acumulación masiva de reservas en curso por parte de los bancos centrales asiáticos. Estas políticas de tipo de cambio puede conducir a un aumento de la inflación en las economías emergentes, obligándolas a abandonar el tipo fijo y/o dejar que las divisas se aprecien más rápidamente como un paso necesario para controlar la inflación.
En el muy largo plazo, las economías se mueven en ciclos y la que ayer fueron las economías emergentes, como Japón o Alemania, hoy en día se han convertido en los mercados estables, maduros, mientras que otros países asumen el papel de los países emergentes y se unen a la fiesta de la globalización, como es el caso de China, India o Brasil. De repente estamos en 1944 de nuevo: lo que tuvo sentido económico para los mercados emergentes de ayer todavía tiene sentido para los de hoy y es probable que para los de mañana.
Al igual que sus predecesores, muchos de estos países, en particular China y otras economías asiáticas, creen hoy que mantener las monedas infravaloradas es la clave para crecer y mantener sus exportaciones a los mercados desarrollados de EEUU y Europa y por lo tanto para aumentar la riqueza nacional. Esto demuestra por qué los sistemas de tipo de cambio fijo nunca se extinguieron por completo. Los bancos centrales de estos países ven una moneda débil como un elemento crítico de la política económica del país orientada a la exportación. Pero por otro lado las presiones inflacionarias derivadas de esta política monetaria están creando graves problemas a sus economías.
El déficit comercial de EEUU creció hasta niveles sin precedentes en el denominado Bretton Woods II, apoyado por la fuerte demanda de los consumidores de EEUU y la rápida industrialización de China y otras economías emergentes. A día de hoy, el dólar sigue siendo la moneda de reserva más extensa y la forma utilizada por muchos países para mantener instrumentos de deuda de EEUU.
Es evidente que cualquier medida drástica por parte de los países que han acumulado grandes cantidades de reservas en dólares para cambiar su status quo tienen el potencial de crear turbulencias en los mercados internacionales de capital. Por ejemplo, la relación política entre EEUU y China es también una parte importante de esta ecuación y del panorama global en sí. Esto siempre ha sido un tema político sensible y de mucha importancia cuando se considera el sistema monetario actual.
Las economías asiáticas parecen estar dispuestas a perpetuar este status quo, porque el consumidor en EEUU ha apoyado el crecimiento de su economía durante las últimas décadas. Pero en este punto seguramente Vd. se esté planteando algunos interrogantes tales como: ¿qué pasa si dejan de estar interesados en esa deuda? O bien, ¿qué pasa si uno u otro miembro de este acuerdo llega a la conclusión de que su propio interés radica en el abandono del sistema? Se trata sin duda de preguntas que pertenecen a un amplio análisis y para el cual Vd. debe tratar de encontrar respuestas objetivas.
Si bien en esta primera parte del capítulo sólo hemos visto algunos aspectos del panorama global y deja algunas preguntas en el aire, debería animarle a completarlo y construir su propia versión sobre la cual desarrollar su trading. También es necesario crear formas de controlar y medir lo que podría estar sucediendo en el mundo. De esta manera Vd. será flexible para adaptarse a las nuevas condiciones si las cosas cambian (y ojo porque siempre lo hacen), y Vd. comprenderá que, si bien algunos aspectos del panorama global implican una crisis, toda crisis también puede ser vista como una oportunidad.