No es necesario ser un trader para participar en el mercado de divisas: cada vez que viaje y necesite cambiar su moneda a una divisa extranjera, Vd. ya está participando en él.
Lo mismo sucede cuando las empresas de diferentes países compran y venden bienes y servicios a través de las fronteras nacionales que requieren pagos en monedas no nacionales. Ya sea importando o exportando, va a existir una transacción en la que una divisa se intercambia por otra.
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Sin embargo, para operar activamente en este mercado, Vd. debe saber cuáles son sus orígenes. El funcionamiento actual del mercado y sus condiciones son relativamente nuevos dentro de la extensa historia del dinero y eso es lo que vamos a aprender en este primer capítulo.
A pesar de su curiosidad para pasar directamente a conocimientos más prácticos, Vd. debe saber que la comprensión de las circunstancias históricas a partir de las cuales surgió este mercado le permitirá formarse una visión más clara a la hora de planificar su futuro negocio operando en Forex.
Veamos algunos antecedentes históricos sobre el mercado financiero más grande del mundo.
El sistema de Bretton Woods que se había establecido funcionó bien en las décadas de 1950 y parte de 1960, pero funcionar dejó de funcionar de manera satisfactoria con el crecimiento descontrolado del déficit comercial y un alto nivel de inflación causados por la Guerra de Vietnam. A partir de ese momento la confianza en el dólar, la clave del sistema, se desmorona llevando a una gran especulación contra el dólar a partir de finales de la década de 1960. Los países europeos, especialmente Francia y Gran Bretaña comenzaron a cambiar los dólares sobrevaluados por marcos alemanes y por oro.
Esto produjo que las reservas de Fort Knox, donde está depositado el oro de Estados Unidos, se contrajeron severamente. Para frenar la fuerte contracción en la reservas de oro de E.E.U.U., el presidente Richard Nixon impidió las conversiones del dólar y devaluó el dólar, lo que también favorecía las exportaciones estadounidenses aliviando el desequilibrio en la balanza comercial.
En 1973, los bancos centrales europeos dejaron de evaluar sus monedas con respecto al dólar poniendo fin al sistema de cambio fijo basado en el patrón oro. Es a partir de este momento que las principales monedas del mundo empiezan a fluctuar libremente.
Ha habido otros momentos anteriores en la Historia de Occidente en los que las monedas podían ser intercambiadas por oro. Durante la mayor parte del siglo XIX y hasta el estallido de la 1ª Guerra Mundial, el mundo se regía por el denominado “Patrón Oro Clásico” en el que participaban los principales países. El uso del patrón oro implica que el valor de una moneda local se fija a un tipo de cambio establecido en onzas de oro. Ello permitió el movimiento sin restricciones del capital, así como la estabilidad global en las divisas y el comercio.
Los países participantes están obligados a cumplir algunas reglas: por ejemplo, era particularmente importante que ningún país pudiera imponer restricciones a la importación o exportación de oro como mercancía o como método de pago. Esto era una garantía para el libre movimiento del capital sobre la base de condiciones de la oferta y la demanda.
Bajo este modelo, en el que la mayoría de los bancos centrales respaldan su divisa con oro, se suponía que las divisas entrarían en una nueva fase de estabilidad, sin el peligro de una manipulación arbitraria de su valor aumentara la inflación.
Durante el período de entreguerras las potencias del mundo trataron de volver al patrón oro con los tipos de cambio anteriores a 1914, que parecían ofrecer prosperidad y estabilidad, pero el intento no tuvo éxito y los tipos de cambio terminaron siendo flotantes en su mayoría. El patrón oro clásico se desplomó con violencia al término de la Primera Guerra Mundial. El comercio privado y las transacciones financieras fueron suspendidos, las exportaciones de oro fueron prohibidas, y cada país empezó a imprimir dinero para financiar el esfuerzo bélico. Las décadas de los años veinte y treinta se caracterizaron por recesiones y la Gran Depresión. Hubo un cambio de poder hegemónico del Reino Unido a EEUU.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el sistema pasó a estar basado en unos tipos de cambio fijos centrados en EEUU en virtud de un nuevo patrón oro internacional y la economía mundial experimentó un fuerte crecimiento, estabilidad de precios y el movimiento hacia un comercio más libre. A diferencia de los días del patrón oro clásico, sin embargo, hubo importantes restricciones al movimiento del capital privado.
El patrón oro tuvo sus ineficiencias debido a la forma en que se gestionó: la combinación de una mayor oferta de papel moneda sin el oro necesario para respaldarlo condujo a una situación de inflación devastadora y dio lugar a la inestabilidad política.
El problema que existe con el oro es que su cantidad es demasiado restrictiva: la oferta mundial de oro resultó ser insuficiente para que el sistema de Bretton Woods fuera viable –en particular debido a que el uso del dólar como moneda de reserva era esencial para crear la liquidez internacional necesaria para mantener el comercio mundial y el crecimiento. A medida que las economías se hacían más fuertes y necesitaba más dinero para pagar los bienes importados, no había suficientes reservas de oro para pagar por ellos. Como resultado de la disminución de la masa monetaria, los tipos de interés cada vez eran mayores y la actividad económica se ralentizó provocando finalmente una recesión.
En una situación así, los bajos precios de los productos fabricados en EE.UU. eran por aquel entonces atractivos para otros países, por lo que empezaron a importarlos de forma masiva, contribuyendo así al aumento de la masa monetaria en el país exportador. Esto, a su vez, permitió mantener tipos de interés bajos y, por tanto, que la economía creciera. Resultaba evidente que el mecanismo de vinculación entre la inflación/deflación y los flujos de oro no era capaz de ajustar los desequilibrios macroeconómicos. Se creía que, bajo un patrón oro, en un país con déficit por cuenta corriente se produciría una salida de oro. La pérdida de oro significaría una menor oferta monetaria, por lo que el país experimentaría deflación en sus precios. Esto haría que sus productos fueran más baratos en los mercados internacionales, provocando un aumento en sus importaciones y una caída de sus exportaciones, mejorando así su cuenta corriente de nuevo.
Estos períodos de picos y valles se alternaron hasta que la 1ª Guerra Mundial interrumpió los flujos comerciales y el intercambio de oro. Hasta la 2ª Guerra Mundial, la especulación monetaria era casi inexistente y ni siquiera las instituciones la apoyaban. La Gran Depresión y la supresión del patrón oro en 1931 llevó a una pausa en la actividad de intercambio. Pero más tarde, después del período de transición de 1971-1973, el mercado sufrió una serie de cambios que dieron forma al actual sistema monetario mundial: las monedas más importantes comenzaron a flotar.
Se dice que el acuerdo de Bretton Woods se cerró por muchos motivos políticos. Algunos de ellos fueron: las dos guerras mundiales y los años de entreguerras, seguido por la necesidad de reconstruir la economía internacional, la Gran Depresión, la creencia firme y compartida en el sistema capitalista; la situación dominante de EEUU, la necesidad de un sistema económico que actuaría como aval.
Este sistema funcionó bien durante un breve período. Sin embargo alrededor de 1958, la escasez de dólares a nivel mundial se había transformado en exceso.
Teniendo en cuenta el resultado de los tipos de cambio flotantes en la década de los años treinta, los cuales tuvieron consecuencias negativas a nivel mundial, los participantes de la conferencia estaban ansiosos por adoptar normas básicas con las que regular el sistema monetario internacional, así como para crear una política en la que el tipo de cambio de cada moneda tendría un valor fijo.
Y de hecho tales medidas fueron implementadas: se crearon nuevas instituciones internacionales para promover el comercio exterior y para mantener la estabilidad monetaria de la economía mundial.
El sistema de Bretton Woods fue efectivo para controlar conflictos durante muchos años. Podría haber alcanzado los objetivos comunes que se habían establecido pero, sin embargo, su vida fue corta, ya que se derrumbó en 1971.
También se acordó que las monedas volverían a funcionar sobre la base de tipos de cambio fijo, pero esta vez en relación al dólar estadounidense, cuyo valor a su vez estaba fijado en 35 dólares por onza. De esta forma, el valor de una moneda estaba vinculado directamente al valor del dólar estadounidense. En aquella época, si necesitábamos comprar libras esterlinas, el valor de la libra venía expresado en dólares, cuyo valor a su vez se determinaba en base al oro. Si un país necesitaba volver a ajustar el valor de su moneda, podía solicitárselo al FMI para cambiar el valor predeterminado de su moneda.
Imagen: Hotel Mount Washington, en Bretton Woods, New Hampshire, donde en 1944, se celebró la Conferencia Financiera y Monetaria de las Naciones Unidas, en la que se reunieron a representantes de 44 países.
Los tipos fijos se mantuvieron hasta 1971, cuando el dólar estadounidense ya no podía sostener su valor. A partir de entonces los principales gobiernos adoptaron un sistema de flotación y todos los intentos de las principales economías de volver a tipo de cambio fijo fueron finalmente abandonados.
El acuerdo de Bretton Woods también tenía por objeto lograr varios propósitos: evitar la evasión de capitales entre naciones, restringir la especulación con divisas, e impedir que cada país aplicara políticas “egoístas”, como devaluaciones competitivas, proteccionismo y la formación de bloques comerciales. En definitiva, para crear un nuevo orden económico mundial. De hecho, este nuevo modelo trajo dos ventajas principales para EEUU: por un lado, los ingresos procedentes de la creación de dinero (el llamado señoreaje), y por otro lado la posibilidad de mantener un déficit comercial durante un largo periodo de tiempo.
John Maynard Keynes, presidente de la Comisión Bancaria en la conferencia de Bretton Woods, y uno de sus fundadores, concibió una unión monetaria internacional de compensación que en la práctica sería equivalente a la creación de un banco central mundial, utilizándose una moneda mundial que Keynes denominó “bancor”.
El problema, como Keynes bien entendió, es que un comercio internacional y un sistema de pagos basado en un sistema de tipos de cambio flexible con múltiples divisas sería intrínsecamente inestable. La propuesta de Keynes para una unión de compensación penalizaría tanto a los países con déficit como a aquellos con superávit. Cada país tendría una cuenta oficial dentro de este mecanismo, y todos los excedentes y los déficits de la balanza de pagos serían registrados y liquidados a través de estas cuentas. Existirían incentivos para que ambos tipos de economías ejecutaran sistemas de comercio equilibrados, ya que cada país tendría la responsabilidad de corregir sus desequilibrios.
Esta propuesta ciertamente visionaria para crear una poderosa unión de compensación para todos los países fue vista como algo negativo desde el punto de vista de EEUU.
El plan de Keynes no fue aprobado totalmente, pero, en reconocimiento de la validez pragmática de la solución que había propuesto, los tipos de cambio se fijaron en relación al dólar estadounidense mientras que a su vez éste era respaldado por reservas de oro. Todas las otras divisas no podían desviarse más del 10% a ambos lados del tipo fijo establecido.
La propuesta de EEUU, que fue finalmente aprobada, significaba que cada país contribuía a un fondo común y los países miembros con desequilibrios de superávit o déficit tendrían que comprar divisas fuertes de este fondo. En ese momento, Reino Unido era un país con déficit y EEUU un país con superávit, y sólo los países con déficit debían asumir la responsabilidad de corregir el desequilibrio.
En caso de que se diera un desequilibrio fundamental, el banco central responsable de la divisa tenía que pedir autorización al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que el valor de su divisa volviera a niveles aceptables. El FMI y el ente que ha evolucionado hasta ser hoy el Banco Mundial, el denominado Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, surgieron en ese momento para administrar el nuevo sistema.
Llegados a este punto pasamos a resumir las principales características del sistema de Bretton Woods:
Más tarde, durante los años cincuenta, el sistema de Bretton Woods estaba bajo una enorme presión y necesitaba ayuda para funcionar correctamente cuando las principales economías comenzaron a evolucionar en diferentes direcciones. Mientras que el patrón oro clásico se derrumbó debido a fuerzas externas (el estallido de la 1ª Guerra Mundial), el régimen de Bretton Woods fracasó debido a la inconsistencia interna. La política monetaria de EEUU fue el ancla del sistema y la creciente inflación en EEUU desestabilizó el sistema hasta que empezó a desintegrarse.
La expansión del comercio internacional y los movimientos masivos de capital provocaron una escasez de dólares.
Después de la 2ª Guerra Mundial, Europa y Japón necesitaron importar todo tipo de bienes manufacturados y maquinaria de EEUU para su propia reconstrucción, mientras que EEUU quería favorecer a países de Europa Occidental frente a la amenaza de los países de Europa del Este y la URSS. Pero no había suficientes dólares en circulación, así que en 1948 EEUU decidió dar a Europa Occidental una ayuda económica, bajo el nombre de Plan Marshall, oficialmente denominado Programa de Recuperación Europea.
En los años 60 la situación comenzó a revertir y comenzó gradualmente a producirse un exceso de dólares en circulación. La guerra de Vietnam, los gastos sociales y la carrera espacial con la URSS fueron las principales razones para el aumento del gasto público de EEUU. Cuando la inflación comenzó a acelerarse en EEUU, el resto de países se negaron a importarla en sus economías. Toda esta situación desestabilizó los tipos de cambio acordados en Bretton Woods.
La escasez de divisas internacionales y la abundancia de dólares estadounidenses despertó algunas dudas acerca de su convertibilidad en oro. El ya de por sí elevado déficit comercial de EEUU dio lugar a presiones especulativas que esperaban una fuerte devaluación del dólar frente al oro. Una serie de reajustes permitieron sostener el sistema temporalmente, pero finalmente el 15 de Agosto de 1971, todo cambió. El presidente Nixon suspendió la convertibilidad del oro y en 1973 EEUU anunciaba oficialmente la flotación permanente del dólar estadounidense, con lo que oficialmente termina el régimen de tipo de cambio fijo y el sistema de Bretton Woods.
Con un crecimiento demasiado rápido de los créditos en dólares en todo el mundo, el respaldo del dólar mediante oro resultó insostenible. El acuerdo de Bretton Woods se derrumbó en 1973, pero coronó al dólar como medio de cambio internacional. Este papel único del dólar ha continuado hasta nuestros días.
El rápido crecimiento de las economías industrializadas después de la 2ª Guerra Mundial creó una demanda creciente de saldos en dólares en todo el mundo. Cuanto más divisa propia emitía un banco central, más dólares se demandaban para cubrir su divisa.
Durante el período de Bretton Woods, EEUU mantenía grandes superávits por cuenta corriente que habrían provocado una salida dólares hacia el extranjero. Sin embargo, las salidas de capital en forma de subvenciones e inversiones directas por parte de EEUU fueron mayores que su superávit. Ello significa que EEUU estaba prestando más de lo que pedía prestado, satisfaciendo así la creciente demanda mundial de liquidez en dólares, incluso aunque se mantenía como acreedor neto. El resultado fue una acumulación de activos en dólares por parte de empresas extranjeras y bancos centrales.
Con un acuerdo de pagos internacionales basado en el dólar estadounidense, EEUU podía llevar a cabo una política monetaria independiente de las fluctuaciones del tipo de cambio. En este sentido, otros países operaban en desventaja y tenían que subordinar sus políticas monetarias nacionales con el fin de estabilizar sus monedas frente al dólar: las amenazas inflacionarias internas aparecían si sus divisas se depreciaban frente al dólar, perdiendo competitividad en los mercados internacionales si se permitía una apreciación significativa de su divisa frente al dólar. Dentro de este marco monetario, EEUU podía emitir créditos denominados en dólares para el resto del mundo que no tenían porque ser cancelados nunca mientras que el poder adquisitivo doméstico del dólar se mantuviera. Esta ventaja única de EEUU de poder prestar dinero en su propia moneda, era visto por otros países como una gran comodidad para utilizar el dólar como un activo seguro que había que mantener en las reservas. Sólo una grave pérdida de confianza en el dólar podría deponerlo como el principal medio de intercambio internacional.
Hay diferentes maneras de determinar el precio de una moneda en relación a otra:
A través de un tipo fijo, el cual es fijado y mantenido por el banco central como tipo de cambio oficial. En este caso, el precio fijado será determinado en base a alguna de las divisas más importantes del mundo (por lo general el dólar estadounidense, pero también otras divisas importantes como el euro, el yen, o una cesta de divisas). A fin de mantener el tipo de cambio local, el banco central compra y vende su propia moneda en el mercado de divisas a cambio de la moneda a la que está vinculada. Para ello, el banco central debe mantener suficientes reservas extranjeras para liberar o absorber divisas tanto dentro como fuera del mercado.
Algunos gobiernos también pueden optar por tener un cambio semi-fijo mediante el cual el Gobierno vuelve a evaluar periódicamente el valor del tipo de cambio establecido y luego la modifica en consecuencia. Por lo general, se suelen realizar devaluaciones de manera controlada para evitar el pánico del mercado. Este método se utiliza a menudo en la transición desde un régimen de tipo de cambio fijo a uno de flotación libre.
Aunque el tipo de cambio fijo ha funcionado a la hora de desarrollar el comercio mundial y la estabilidad monetaria, se ha utilizado únicamente en un momento en el que todas las grandes economías eran parte de dicho sistema.
Y si bien un régimen de tipo de cambio flotante tiene sus defectos, ha demostrado ser un medio eficaz para determinar el valor a largo plazo de una moneda y crear un equilibrio en el mercado internacional.
Posiblemente ahora se esté Vd. preguntando: “¿Por qué es necesario fijar el valor de una divisa?” Tiene que ver con el objetivo de crear un ambiente estable para la inversión extranjera, especialmente en los países en desarrollo. Si el tipo de cambio de la divisa es fijo, el inversor siempre sabrá cuál es su valor y no tendrá miedo a la hiperinflación. Sin embargo, ello no evita el peligro de una crisis financiera, como así sucedió en México en 1995 y en Rusia en 1997.
Un intento de mantener un valor elevado de la divisa local a través del tipo de cambio fijado puede dar lugar a que las divisas finalmente estén sobrevaloradas. Esto significa que los gobiernos ya no podrán satisfacer la demanda para convertir la divisa local en moneda extranjera al tipo de cambio fijo. Con la especulación y el pánico, los inversores empezarían a convertir sus divisas en moneda extranjera antes de que la divisa local sea devaluada, agotando así las reservas de divisas del banco central.
Existe también la condición de tipo de cambio flotante, que permite que el mercado Forex funcione como lo conocemos actualmente para la mayoría de las principales divisas. Un tipo de cambio flotante es determinado por el mercado privado a través de la oferta y la demanda. Un tipo flotante a menudo se denomina “auto-corregido”, ya que las diferencias entre oferta y demanda son automáticamente corregidas en el mercado.
Un tipo de cambio flotante está variando continuamente ya que si baja la demanda de una divisa, también lo hará su valor en el mercado. Esto a su vez hará que los bienes importados sean más caros, estimulando la demanda de bienes y servicios domésticos. Como consecuencia, se crearán más empleos, produciéndose así una auto-corrección en el mercado.
En un régimen flotante, el banco central también podrá intervenir cuando sea necesario para garantizar la estabilidad y para evitar la inflación; sin embargo, en comparación con un sistema de tipos fijos, es menos frecuente que el banco central intervenga.
Un país también puede optar por implementar un sistema doble o múltiple de tipos de cambio, en el que ambas modalidades funcionan en paralelo. A diferencia de un sistema de cambio fijo o flotante, los sistemas dobles y múltiples presentan diferentes tipos de cambio, fijos y flotantes, funcionando al mismo tiempo. El tipo fijo suele ser uno preferencial y el tipo flotante uno más disuasorio.
Mientras que el tipo fijo sólo se aplica a ciertos segmentos del mercado, como la importación y exportación de artículos de primera necesidad, el tipo de cambio flotante es fijado por las fuerzas de la oferta y la demanda en el mercado y se aplica a bienes no esenciales así como a las importaciones de lujo.
Este sistema es también habitual en los períodos de transición como un medio por el cual los gobiernos pueden implementar rápidamente el control sobre las transacciones en moneda extranjera. En esos casos, en lugar de agotar sus reservas de divisas, el gobierno desvía la enorme demanda de moneda extranjera al mercado de tipo de cambio de libre flotación.
Al igual que con las otras soluciones, un sistema de tipos de cambio múltiples no está exento de consecuencias negativas: la creación de condiciones artificiales para ciertos segmentos del mercado es una de ellas. Pero también podría ser utilizado como un medio eficaz para abordar el problema en la balanza de pagos que se produce bajo las condiciones de un sistema de flotación totalmente libre.
Observe que ninguno de estos sistemas son perfectos, sino que todos se consideran como mecanismos para hacer frente a los problemas subyacentes en las crisis económicas y los períodos de inflación. Su objetivo es mantener en definitiva el equilibrio en el sistema monetario.
Estos son los cuatro sistemas, o regímenes, de tipo de cambio que acabamos de ver: